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jueves, 13 de marzo de 2014

CAPÍTULO 5. "Reencontrarse de varias maneras"

Los días pasaban y no había trabajo que hacer. En realidad era lo que necesitaba, unos días de relax para poder asimilar que en un abrir y cerrar de ojos pasaría de mi tranquilidad viviendo sola a la locura diaria de Isis.
Menuda semana tan eterna fue aquella, además todos los días me levanté con mal pie. La mañana después al mensaje de Isis diciéndome cuando llegaba, me corté el dedo con el cuchillo del pan intentando cortar una manzana para desayunar. Y sí, ya se que no se deben utilizar los cuchillos de pan que parecen prácticamente sierras, como cuchillos normales para cortar fruta. ¡Pero no tenía nada más a mano! Además perdí una de las cajas con los artilugios de cocina en la mudanza, así que tres cuartos de mi vajilla estaban perdidos.
Y llegó martes. 

" Martes 15 de Marzo de 2011 "
Se leía en el periódico nada más abrirlo.
Eché una ojeada al periódico, que hablaba en una sección sobre la crisis que iba a arrasar España, lo que me hizo sonreír al saber que había tomado la decisión correcta de salir de allí en cuanto pude.
Me tumbé en mi cama a contemplar aquella mañana llena de lluvia y frío (lo de costumbre). No había nada de especial en esa mañana nublada de cielo gris casi negro y paraguas por todos lados. Simplemente me sentía inspirada por el tiempo que hacía. Y me sentía tan inspirada que iba a comenzar a inventarme alguna que otra deducción filosófica que pudiese encajar en la situación cuando...
 - ¿Dígame? - pregunté.
- Hola Tryson - dijo Clart - ¿adivinas qué?
- Hay trabajo, ¿no? - dije a punto de ponerme a patalear.
- Lo hay, pero es de estos casos que pintan interesantes desde el principio - dijo.
- Cuéntame más - dije irónicamente.

Pero Clart no comprendió mi sarcasmo y continuó contándome todo. El caso parecía intrigante y muy pero que muy interesante. No había cuerpo. ¿Cómo qué no había cuerpo? os preguntaréis.
Sí, eso mismo, no había cuerpo, había un brazo y una pierna en el buzón de una pareja de universitarios.
SÍ, UN BRAZO Y UNA PIERNA. Sonaba muy sádico y en ese momento me sentía protagonista de un episodio de Mentes Criminales.

- Claire - dije - ¿se supone que vas a poder decir algo que me vaya a servir sacándolo sólo de un brazo y una pierna?
- Se supone, tú misma lo has dicho - respondió - vamos a ver, tampoco creo que una persona a la que le falte un brazo y una pierna vaya divagando por ahí sin ningún problema.
- Lo primero será hablar con los propietarios del buzón - dije mientras me daba la vuelta - Buenos días, aunque deberíamos excluir el "buenos" - dije - soy la inspectora Tryson, ¿podrían comentarme cómo han encontrado el... el cuerpo... digo, ¿lo que han encontrado en el buzón? - pregunté.
- Sí - respondió la chica - este es nuestro buzón habitual, es personal, se supone que sólo tienen que llegar cartas a nuestro nombre - dijo - mi novio bajó esta mañana a mirar si había algo de correo y se encontró con eso - decía con cara de horror.
- Gracias - dije - ¿y dónde está su novio ahora mismo? - pregunté.
- Junto a aquella ambulancia, se mareó mucho al encontrarse eso en el buzón y casi se desmaya - dijo señalando la ambulancia que había en frente del portal.
- Muchas gracias por su tiempo - dije - voy a ir a hablar con él.
- Hola... - le dije al chico - ¿cómo se llama?
- Me llamo James, James Wales.
(Sí, sonaba a lo JAMES BOND, pero creedme, no era tan guapo)
- James - dije - ¿se encuentra mejor?
- Sí, supongo... - respondió.
- ¿Podría comentarme como se encontró aquello en el buzón? - pregunté.
- Simplemente bajé a ver al correo y me lo encontré - respondió.
- ¿Nada más? - pregunté.
- Nada más.
- Gracias por su tiempo pues, James, espero que se recupere de su mareo - dije retirándome.

- ¡CLAAAAAAAAART! - dije gritando a los 4 vientos.
- ¿Sí? - me respondió desde detrás de la ambulancia y los coches de policía.
- Que se lleven todo al laboratorio con Claire, la prensa no tardará en llegar y prefiero que no haya nada por aquí - le dije.
- Como quieras Tryson - dijo mientras se daba la vuelta para avisar a los técnicos.

Clart y yo nos quedamos en el barrio donde se habían encontrado la pierna y el brazo en el buzón, para interrogar a los vecinos y gente que pudiese saber algo.
Obviamente nadie sabía nada de alguien que no tuviese ni una pierna ni un brazo... Os resultará obvio, pero había visto tantos casos que no perdía nada por preguntar.
- Muchas gracias por su tiempo - dijo Clart a la última familia que nos quedaba por preguntar en toda la calle.
- Y una vez más, ni un testigo - dije.
- Nuestro trabajo es así, ya lo sabes - respondió.
- Lo se, pero alguna vez podríamos tener un caso en el que hubiese alguna maldita prueba - respondí.
- Algún día - me dijo sonriendo.
- A todo esto, ¿y Dobson dónde se ha metido? - pregunté.
- Se ha tomado la semana libre - respondió.
- ¿Dobson se ha tomado la semana libre? Algo importante debería de tener pues - dije.
- Para mí que tiene que ver con su novia.
- ¿Novia? - pregunté.
- Sí, Mery, ¿no la conoces? - preguntó.
- No.
- Yo tampoco, a ver si algún día nos la presenta - respondió.

En comisaría Claire pudo decirnos que el brazo y la pierna pertenecían a personas distintas.
- Así que a falta de una persona sin una extremidad, ¿son dos personas? - pregunté.
- Exacto - respondió Claire - técnicamente el brazo pertenece a un hombre americano, y la pierna a una mujer asiática.
- Bueno, pues gracias, Claire, ¿algo más? - pregunté.
- Sí - dijo antes de coger aire - estas extremidades están cortadas con algo afilado, podría ser un cuchillo de carnicero o algo así.
- ¿Crees que las personas pueden seguir vivas? - pregunté.
- Depende del trato que hayan recibido después... Pero estas extremidades fueron cortadas mientras la persona estaba viva - respondió.
- Estamos ante un loco, genial - dije alarmada e irónicamente.

Estábamos revisando en la pantalla de ordenador grande el mapa donde ponía las casas en las que habíamos preguntado sobre el tema para intentar ampliar un poco más la zona de búsqueda cuando de repente sonó el teléfono de oficina. 
- Agente Clart - dijo al teléfono - comprendo, sí, podría estar relacionado, gracias - dijo colgando el teléfono.
- ¿Y bien? - pregunté.
- Dado que Dobson no está hablé con uno de los técnicos para que llamase a los hospitales y revisaran si había algún paciente que cumpliese los requisitos suficientes para concordar con las extremidades que están en el laboratorio - respondió - y las tienen.
- En marcha pues - dije.

Una vez en el hospital de la zona sur conocimos a Izi Kuitsja, era una chica de unos 20 años.
- Hola Izi, somos de la policía - dijo Clart - ¿qué te ha pasado? 
- No lo se - respondió - simplemente recuerdo salir del supermercado, ir a meter las cosas en el coche y... Nada más. Todo está en blanco.
- Comprendo - dije - no te preocupes.
Clart y yo salimos de la sala para hablar con el médico que la había atendido.
- Buenos días... o tardes, Doctor Printerson, somos los agentes Clart y Tryson - dije.
- Hola - respondió estrechándonos la mano. 
- ¿Podría explicarme el caso de Izi? - pregunté.
- Llegó ayer a urgencias de madrugada, casi inconsciente, y muy desorientada - respondió.
- Me cuadra en el caso - dije mirando a Clart - ¿salió positivo en sustancias tóxicas su análisis? - pregunté.
- Se lo iba a comentar ahora mismo, sí dio positivo, y además en grandes cantidades - dijo mientras me ofrecía la hoja con los análisis impresos en ella.
- La drogaron para que no se enterase de nada - dije mientras miraba a Clart - sin duda.
- Muchas gracias Doctor Printerson, comuníquese con nosotros si Izi recuerda algo - dijo Clart.
- Por supuesto, un placer - respondió el doctor.

Era miércoles por la noche y seguíamos sin casi ninguna prueba, simplemente sabíamos que había un brazo y una pierna en el depósito. Que la pierna era de una mujer asiática, Izi Kuitsja. Pero del brazo, nada. 

- ¿ALGUIEN PODRÍA DECIRME ALGO CON LO QUE SEGUIR ESTE PUTO CASO? - dije enfadada y gritando.
- Tryson, relájate - me dijo Clart.
- ¿CÓMO QUIERES QUÉ ME RELAJE? ¡LLEVAMOS DOS DÍAS CON EL MISMO CASO Y NO HAY ABSOLUTAMENTE NADA! - le repliqué.
- Bueno, no será la primera vez que nos pasa - respondió.
- No - dije - pero en menos de 11 horas mi mejor amiga y mi futura compañera de piso aterriza con toda su casa metida en unas 5 maletas y me gustaría resolver esto para recogerla.
- ¿Una amiga? - preguntó Clart arqueando una ceja.
- Sí, MI amiga, no tu futura amiga con derecho a roce, no confundas términos - dije.
- Vale, vale - dijo Clart como si se limpiase las manos con el asunto - respecto a lo de ir a recogerla, ¿por qué no te tomas el día libre? 
- Porque mi trabajo es este, resolver crímenes, y llevamos una mala racha, me siento con la necesidad de encontrar al psicópata que hizo esto - dije.
- Espera - dijo Clart - las extremidades llegaron por correo, ¿no?
- Exacto - afirmé.
- Y llegaron en un paquete, ¿verdad? - preguntó.
- Em, si, ¿por qué? - dije.
- Eso significa dos cosas, una, que el asesino/psicópata o como quieras llamarlo, había elegido ya la dirección a la que enviaría el paquete, tal vez los propietarios del buzón conozcan a las víctimas o algo. Y dos, si envió un paquete, ese paquete tuvo que tener un número de seguimiento, si contactamos con la compañía con la que envió el paquete podremos saber de donde procede - dijo.
- Que listo eres a veces - le dije mientras veía como él ocultaba sus mejillas sonrojadas tras sus manos - dile a Dobson que se ponga con lo de la compañía y el número de seguimiento. Mientras tanto, si te parece bien, nosotros vamos a hablar otra vez con la pareja que recibió el paquete.
- Por supuesto - me respondió.

(Llamé a la puerta)
- ¿James? Somos de la policía, soy la agente Tryson y el agente Clart, ¿nos recuerda? - en ese momento se abrió la puerta y nos abrió su novia, la misma con la que había hablado yo el martes.
- Buenas noches - dijo - yo soy Elizabeth, su novia, agente Tryson, encantada de volverla a ver, lo mismo digo agente Clart.
- Muy amable - dijo Clart.
- ¿Nos permitiría entrar para hablar con ustedes? - pregunté.
- Oh sí, por supuesto, James aún no ha llegado, pero estará a punto - dijo.
- ¿Siempre vuelve tan tarde? - pregunté.
- No, ha empezado a trabajar de turno de tarde en una cafetería a unos 15 minutos de aquí - respondió.
- Ah, comprendo - dijo Clart.
- Bueno, ¿y a qué se debe su visita nocturna? - preguntó Elizabeth.
- Verá, creemos que las extremidades que se encontraron pueden pertenecer a personas que ustedes conozcan - dije mientras justamente James entraba por la puerta.
- Hola agentes, ¿han vuelto? - preguntó James.
- Sí cariño, pero acaban de llegar, así que llegas justo a tiempo, siéntate aquí - dijo Elizabeth.
- Como iba diciendo... - dije - tenemos motivos para pensar que el/la psicópata que les envió el paquete, habría preseleccionado esta dirección, por lo que puede que conozcan o al psicópata, o a las personas que han sufrido las agresiones - dije.
- ¿Y cómo vamos a saber si les conocemos o no? - preguntó James.
- Bueno, de momento sólo hemos podido localizar a la persona de quien era la pierna, se llama Izi Kuitsja - dije - ¿les suena de algo? 
- No, nada - respondió Elizabeth antes de que le interrumpiese James.
- En realidad, en la cafetería donde he empezado a trabajar, ha desaparecido la chica que llevaba las mesas de terraza, por eso me han llamado para comenzar a trabajar ahí. Y la cuestión es que podría afirmar que era ese mismo nombre - dijo.
- ¿Podría darnos la dirección de la cafetería? - preguntó Clart.
- Claro - respondió James mientras la apuntaba en un papel.
- ¿Y sigue abierta? - pregunté.
- Sí, aún queda otro turno más, así que una hora y media o así más estará abierta - respondió.
- Muchísimas gracias - dije - espero que pasen una feliz noche y sentimos las molestias.
- Hasta luego agentes - respondieron Elizabeth y James.
- Buenas noches - dijo Clart mientras salíamos de la casa.

Sólo tardamos 15 minutos en llegar a la cafetería, tal vez un poco más porque había algo de atasco. Al llegar hablamos con el dueño del local, que se alegró mucho al saber que Izi estaba viva, pero su cara se convirtió en un cuadro de horror al escuchar porque la investigábamos.
- ¿Sin una pierna? - preguntaba.
- Sí - respondí - tal y como le he dicho.
- No puedo creerlo - respondió.
- ¿Izi tenía problemas de algún tipo con alguien? - pregunté.
- No, simplemente se dedicaba a su trabajo, que era servir mesas, cumplía con ello - respondió.
- Muy bien - dije - ¿usted conocía ya a James Wales? - pregunté.
- ¿Quién?
- El nuevo empleado, el que sustituye a Izi - dije.
- Ah, no, llegó su curriculum hace tiempo y necesitábamos a alguien urgentemente - respondió.
- Ah vale - dije - gracias, que tenga una buena noche - dije mientras salíamos de la cafetería.

- Clart, comprueba quien es el dueño de este local, nombre, dirección, antecedentes, etc. Todo lo que haya - dije.
- Claro, volvamos a comisaría, a ver si Dobson ha conseguido el número de seguimiento - me respondió.
- Eso espero, necesito cerrar este caso para poder "disfrutar" del primer día en Londres con mi mejor amiga - dije.

- Dobson - dije mientras entraba en comisaría - dime que tienes algo.
- Pues la verdad es que sí Tryson - respondió.
- Menos mal - dijo Clart.
- Resulta que el paquete se envió desde una oficina que está al sureste de la ciudad, el hombre que figura como quien lo envió se llama Julian, no tenemos apellidos, ni dirección - dijo Dobson antes de que Clart le interrumpiese.
- Eh Tryson, esto no te va a gustar nada pero... El hombre que dirige la cafetería donde trabaja James se llama Julian, pero eso no es lo mejor, se llama Julian Wales, es el padre de James Wales - dijo Clart.
- De vuelta a casa de James, YA - dije.

Aporreamos la puerta de casa de James y Elizabeth hasta que abrieron medio dormidos. Nos preguntaron que ocurría otra vez y les saturamos a preguntas sobre el tal "Julian Wales". Resulta que James no sabía de su padre desde hacía años, cuando era pequeño su padre abandonó a la familia y no sabían de él desde entonces.
Esa misma madrugada detuvimos a Julian Wales en la cafetería, más tarde, durante el interrogatorio, le hicimos creer que teníamos más pruebas del caso de las que realmente teníamos, mientras que, gracias a una orden judicial, el resto de agente revisaban su apartamento.
Clart se unió a revisar el apartamento y me llamó para contarme que habían encontrado un cadáver de un hombre en el sótano del apartamento. Sin un brazo, con lo que pudimos relacionarle oficialmente con el caso. No dudé ni un momento sobre la locura que ese hombre debía de tener mentalmente, abandonó a su familia y luego aquello. Decidí no hablar personalmente con él, no suelo compartir momentos con psicópatas que van cortando extremidades a personas porque se aburren, por lo que envié a Dobson a la sala. Donde Julian Wales, confesó el crimen, pero aún no entendía cual era "el mal" que el había causado, con lo que confirmé la locura que el hombre tenía.
Supongo que para James Wales, su hijo, debió de ser duro, aunque estaba acostumbrado a las decepciones de su padre y no quiso decir nada al respecto.
Aquella noche llegué a casa a las 5 de la mañana, me metí a la cama en cuanto llegué para poder dormir al menos 4 horas y media y llegar a recoger a Isis al aeropuerto.

Sonó el despertador, 9:45 am. No podía llegar tarde a recoger a Isis.
- Por fin - dije.
Me vestí y cogí una barrita de estas de chocolate bajas en calorías para irme tomando mientras conducía camino aeropuerto.

Al llegar al aeropuerto consulté unas diez mil veces las pantallas con los números de vuelo, el destino, la hora, y la puerta por la que los pasajeros saldrían después de aterrizar. (Necesitaba estar segura y llegar a tiempo o Isis me mataría).
Y tan a tiempo que el vuelo se había retrasado hora y media y estuve muerta de asco esperando en la puerta de salida. Bueno, en realidad me dormí hasta que me despertó una azafata, así que en realidad tampoco fue tan malo ni tan aburrido. 
Comenzó a salir gente llena de maletas, supongo que la mitad vacías que volverían llenas después de las compras que realizarían en la ciudad. 
Cada vez quedaba menos gente y parecía que Isis sería de las últimas en salir, pero ya estaba acostumbrada a esperarla para ir a todos lados. Después de llevar allí 2 horas, 2 minutos más o 2 menos no me parecían nada.
Serían las 12:07 cuando la vi salir por la puerta con esa cara de "joder que madrugón me he tenido que pegar esta mañana" y una mezcla de "y ahora esta pesada". Pero yo, con todo mi cariño y todo mi amor la di un abrazo enorme, que obviamente ella respondió con otro más enorme mientras me estrujaba.
- Isis, me ahogas - dije.
- Ay, perdona. ¡Es que me hacía mucha ilusión verte! - dijo.
- A mí también - respondí esbozando una sonrisa - ¿qué tal fue el vuelo?
- Bueno, cansado, como siempre. Ya sabes que detesto madrugar y además no hay quien duerma en el avión con ese ruido, ya sabes - dijo.
- Y tanto que lo se - respondí.
La ayudé a subir las maletas al maletero de mi coche y nos dirigimos hacia casa.
- El piso está al ladito de la parada de metro Notting Hill Gate - dije - ¿recuerdas cuál es?
- Sí - dijo - aunque aún no me oriento muy bien.
- Normal, llevabas años sin pisar esta ciudad - dije.
- ¿Y qué tal el trabajo? - me preguntó Isis   - ¿algo horroroso que investigar hoy?
- El trabajo como siempre, cansado pero es lo que me gusta. En realidad no tengo nada que hacer hoy, resolví el último caso en mitad de la madrugada así que si no hay problemas o complicaciones debería tener el día libre - dije.
- ¿EN SERIO? - preguntó entusiasmada.
- Sí - dije.
- ¿PODEMOS IR DE COMPRAS ESTA TARDE? POR FA, POR FA, POR FA - me suplicaba.
- Después de instalarte haremos lo que quieras - la dije - de verdad, te lo prometo.

MADRE DEL AMOR HERMOSO LO QUE PESABAN AQUELLAS MALETAS.
Para subirlas al maletero no había costado tanto, pero subirlas por la escalera de caracol de dentro de casa fue literalmente, para suicidarse. 
Finalmente conseguimos distribuir cada maleta en cada cuarto según lo que fuésemos a instalar.
Ropa por aquí, utensilios por allá, CDs y DVDs al salón...
- Ay Min, ¡el piso es increíblemente bonito! - dijo.
- Lo se, aún no me creo que vivamos aquí - la dije - ah por cierto, antes de que empieces a desmantelar esa maleta llena de ropa extravagante de esa tuya, tengo una sorpresa para ti.
- ¿Una sorpresa? - preguntó.
- Sí - la dije - acompáñame.
Atravesamos el pasillo de la segunda planta y ahí estaba, una habitación enorme, vacía, sin amueblar.
- ¿Y esto? - preguntó.
- Bueno, siempre has dicho que has querido un vestidor enorme, así que reservé esta habitación con ese propósito y no la decoré para que tú tuvieses ese poder de elección - dije.
- MIN TE ADORO, DE VERDAD - me respondió súper feliz mientras me abrazaba.
- ¿Te ayudo a acabar de instalarte? - pregunté.
- Sí - dijo muy muy pero que muy feliz.
- En cuanto acabemos salimos hacia Camden si quieres - dije.
- Que bien me conoces Min - respondió esbozando una ENORME sonrisa.






















2 comentarios:

  1. Jjajjajjaajjaaja el buzoooon!
    Aaay es que me lo estaba imaginando y todo, y la china esa (izi jem jem) sin una.pata, aay ajjjajaajaa
    Beeeesoooos;)

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